Thomas Bidegain es un guionista francés que supo saborear el champán del éxito en Cannes, pero advierte que, además de la alfombra roja, las estrellas y los paparazzi, el festival de cine más prestigioso del planeta tiene un lado menos glamoroso, más angustiante.
"Lo más agradable en Cannes es ser guionista. Cuando eres productor o distribuidor, la presión es tan enorme que te vuelves loco", le explica Bidegain a BBC Mundo, recordando las vicisitudes de sus dos trabajos anteriores.
Esa presión la pautan miles de hombres y mujeres de negocios que llegan cada año a la famosa ciudad de la Costa Azul francesa para vender, comprar o promocionar películas, a un ritmo frenético paralelo al festival.
Se le conoce como el Marché du Film, el mercado más grande dedicado al séptimo arte, donde posiblemente se decide en estas horas qué película usted podrá ver pronto en el cine de su barrio o en la televisión de su hogar.
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