Este martes, el gobierno griego obtuvo un voto de confianza crucial, considerado el primer paso para conseguir un importante préstamo de 12.000 millones de euros (US$17.000 millones).
El próximo paso -luego de que más de la mitad de los diputados votaran a favor del gobierno- será solicitarle al parlamento que apoye recortes por un monto de 28.000 millones de euros (US$40.000 millones) el 28 de junio.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE) le exigieron a Grecia que tomara estas y otras medidas drásticas como condición para otorgarle un nuevo paquete de rescate financiero, el segundo en un año.
Según el periodista británico Will Hutton, ex corresponsal de la BBC en temas de economía y ex editor del periódico The Observer, "el precio de la mayor intervención de la historia del FMI incluye el despido de una quinta parte de la fuerza laboral del sector público de Grecia, una drástica subida de los impuestos y el programa de privatización más grande y más rápido, en relación a la producción nacional, que se haya hecho jamás".
Hutton asegura que la situación financiera de Grecia se debe a decisiones del propio país, por tratar de vivir en los últimos años por encima de sus posibilidades, en un sistema con altos niveles de corrupción.
Sin embargo, plantea, los mercados y las agencias de crédito no creen que el país pueda hacer lo que piden el FMI y la UE.
De hecho, este martes la agencia Fitch dijo que incluso si los prestamistas comerciales refinancian sus préstamos a Grecia, considerará que el país está en cesación de pagos o "default".
Hutton compara la situación de Grecia con lo que pasó con Alemania después de la Primera Guerra Mundial, cuando los aliados le pidieron que pagara casi el 40% del producto interno bruto -una cantidad similar a lo que Grecia tendría que devolver en tres años- pero Alemania se negó a hacerlo y los vencedores en la guerra tuvieron que conformarse con menos de la mitad.
clic Gráfico: países más expuestos a la deuda griega>>
Paralelos con América LatinaPara muchos, un ejemplo más reciente sería lo que ocurrió con la ola de privatizaciones en América Latina en las décadas de 1980 y 1990.
Esas privatizaciones, que tuvieron lugar como parte de un paquete más amplio de reformas estructurales, fueron blanco de muchas críticas porque, entre otras cosas, según sus detractores, contribuyeron a un gran incremento del desempleo, aumentaron la brecha entre los ricos y los pobres, transfirieron muchas riquezas latinoamericanas a propietarios extranjeros, en especial a corporaciones de Estados Unidos, y estuvieron plagadas de irregularidades.
Otros, en cambio, aseguran que muchas de las privatizaciones latinoamericanas ayudaron a atraer capital, tecnología y capacidad administrativa a los países de la región, aumentando la eficiencia de la economía en general y permitiendo que el estado se enfocara en cumplir mejor tareas más básicas y esenciales.
Por su parte, el FMI, el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) reconocieron que las privatizaciones no siempre tuvieron el impacto social positivo que se esperaba, pero coincidieron en que se debió más bien a errores de implementación que a las propias reformas.
En 2003, el entonces presidente del BID, Enrique Iglesias, señaló que las reformas exigidas por el FMI y el BM en algunos casos no se ajustaron "a las circunstancias locales'', y tampoco "fueron implantadas consistentemente ni contaron con los marcos de supervisión y regulación adecuados".
"Fenómenos de corrupción y malas prácticas en las empresas privatizadas contribuyeron a minar la sustentabilidad de los nuevos mercados surgidos de las reformas y restaron el apoyo popular de consumidores y usuarios'', añadió.
Algunos analistas señalan que en Grecia podría pasar algo parecido si no se toman medidas para frenar la corrupción, ya que muchas de las empresas y servicios estatales podrían pasar a manos de propietarios corruptos sin tener un efecto positivo para la población, incluidos los miles de jóvenes que ahora protestan en las calles y quienes, a la larga, serán quienes tendrán que cargar con la deuda de su país.
DiferenciasFederico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano, le dijo a BBC Mundo desde Madrid que una de las principales diferencias de la situación actual de Grecia y la de América Latina en los años 90 es la velocidad con que se espera que el país europeo introduzca reformas.
"En América Latina habría que ir caso por caso porque algunas de las privatizaciones se hicieron mejor que otras, pero en general ocurrieron en un plazo de varios años, no bajo unas condiciones tan ajustadas y presionadas como las actuales de Grecia", dijo.
"Es cierto que en América Latina hubo casos de corrupción y que se hicieron ventas a compañías extranjeras que, aunque no tenían una oferta mejor, contaban con mejores vínculos políticos, sin embargo el proceso fue menos apresurado y se pudieron obtener mejores rentabilidades", explicó.
"Grecia tendrá que vender parte de sus empresas públicas y otros tipos de activos, que deben ser rentables porque si no el sector privado no querría comprarlos. Lo que pasa es que éste es probablemente el peor momento para venderlos".
"Cuando uno vende desde una posición de debilidad, como la del actual gobierno griego, posiblemente el ingreso que logre sea mucho más bajo que si los vendiera en situaciones de estabilidad. Además, el gobierno dejará de percibir ingresos futuros porque precisamente las empresas y activos que tendrá que poner en el mercado son los rentables", señaló.
"Un ajuste clásico"Steinberg destacó que "el FMI no está ahí porque le guste presionar, sino porque cuando nadie más quiere prestar es él quien tiene que hacerlo. Lo que le está diciendo a Grecia es que tiene que mejorar su situación fiscal porque sino va a tener un impago y los mercados le van a dar la espalda".
En su opinión, "en los años 90, las privatizaciones en América Latina fueron parte de un programa mucho más amplio y el FMI tal vez se extralimitó, hablando de cosas que no eran su cometido, pero en el caso de Grecia de lo que se trata es de un ajuste clásico de la balanza de pagos, mejora de la competitividad y reducción del déficit, que es estabilización macroeconómica".
"Cuando lo único que hay es esos activos para vender pues es lógico que lo recomienden. El problema de Grecia es que le piden que venda contra reloj todo lo que pueda. Es la velocidad, el tamaño y la sensación de que no hay ninguna alternativa".
"Posiblemente no quede otro remedio, pero hay que tener claro que no es la forma adecuada de hacer unas privatizaciones de esta escala", concluyó.
Pero como le dijo recientemente el primer ministro griego, George Papandreou, a los legisladores socialistas, "el año pasado nos salvaron pero seguimos en cuidado intensivo".
Las próximas semanas serán decisivas para saber si la economía griega se podrá recuperar a mediano plazo o si, como hacen algunos a punto de ahogarse, arrastrará consigo hacia el fondo a quienes dicen que están tratando de salvarla.
El próximo paso -luego de que más de la mitad de los diputados votaran a favor del gobierno- será solicitarle al parlamento que apoye recortes por un monto de 28.000 millones de euros (US$40.000 millones) el 28 de junio.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE) le exigieron a Grecia que tomara estas y otras medidas drásticas como condición para otorgarle un nuevo paquete de rescate financiero, el segundo en un año.
Según el periodista británico Will Hutton, ex corresponsal de la BBC en temas de economía y ex editor del periódico The Observer, "el precio de la mayor intervención de la historia del FMI incluye el despido de una quinta parte de la fuerza laboral del sector público de Grecia, una drástica subida de los impuestos y el programa de privatización más grande y más rápido, en relación a la producción nacional, que se haya hecho jamás".
Hutton asegura que la situación financiera de Grecia se debe a decisiones del propio país, por tratar de vivir en los últimos años por encima de sus posibilidades, en un sistema con altos niveles de corrupción.
Sin embargo, plantea, los mercados y las agencias de crédito no creen que el país pueda hacer lo que piden el FMI y la UE.
De hecho, este martes la agencia Fitch dijo que incluso si los prestamistas comerciales refinancian sus préstamos a Grecia, considerará que el país está en cesación de pagos o "default".
Hutton compara la situación de Grecia con lo que pasó con Alemania después de la Primera Guerra Mundial, cuando los aliados le pidieron que pagara casi el 40% del producto interno bruto -una cantidad similar a lo que Grecia tendría que devolver en tres años- pero Alemania se negó a hacerlo y los vencedores en la guerra tuvieron que conformarse con menos de la mitad.
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Paralelos con América LatinaPara muchos, un ejemplo más reciente sería lo que ocurrió con la ola de privatizaciones en América Latina en las décadas de 1980 y 1990.
Esas privatizaciones, que tuvieron lugar como parte de un paquete más amplio de reformas estructurales, fueron blanco de muchas críticas porque, entre otras cosas, según sus detractores, contribuyeron a un gran incremento del desempleo, aumentaron la brecha entre los ricos y los pobres, transfirieron muchas riquezas latinoamericanas a propietarios extranjeros, en especial a corporaciones de Estados Unidos, y estuvieron plagadas de irregularidades.
Otros, en cambio, aseguran que muchas de las privatizaciones latinoamericanas ayudaron a atraer capital, tecnología y capacidad administrativa a los países de la región, aumentando la eficiencia de la economía en general y permitiendo que el estado se enfocara en cumplir mejor tareas más básicas y esenciales.
Por su parte, el FMI, el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) reconocieron que las privatizaciones no siempre tuvieron el impacto social positivo que se esperaba, pero coincidieron en que se debió más bien a errores de implementación que a las propias reformas.
En 2003, el entonces presidente del BID, Enrique Iglesias, señaló que las reformas exigidas por el FMI y el BM en algunos casos no se ajustaron "a las circunstancias locales'', y tampoco "fueron implantadas consistentemente ni contaron con los marcos de supervisión y regulación adecuados".
"Fenómenos de corrupción y malas prácticas en las empresas privatizadas contribuyeron a minar la sustentabilidad de los nuevos mercados surgidos de las reformas y restaron el apoyo popular de consumidores y usuarios'', añadió.
Algunos analistas señalan que en Grecia podría pasar algo parecido si no se toman medidas para frenar la corrupción, ya que muchas de las empresas y servicios estatales podrían pasar a manos de propietarios corruptos sin tener un efecto positivo para la población, incluidos los miles de jóvenes que ahora protestan en las calles y quienes, a la larga, serán quienes tendrán que cargar con la deuda de su país.
DiferenciasFederico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano, le dijo a BBC Mundo desde Madrid que una de las principales diferencias de la situación actual de Grecia y la de América Latina en los años 90 es la velocidad con que se espera que el país europeo introduzca reformas.
"En América Latina habría que ir caso por caso porque algunas de las privatizaciones se hicieron mejor que otras, pero en general ocurrieron en un plazo de varios años, no bajo unas condiciones tan ajustadas y presionadas como las actuales de Grecia", dijo.
"Es cierto que en América Latina hubo casos de corrupción y que se hicieron ventas a compañías extranjeras que, aunque no tenían una oferta mejor, contaban con mejores vínculos políticos, sin embargo el proceso fue menos apresurado y se pudieron obtener mejores rentabilidades", explicó.
"Grecia tendrá que vender parte de sus empresas públicas y otros tipos de activos, que deben ser rentables porque si no el sector privado no querría comprarlos. Lo que pasa es que éste es probablemente el peor momento para venderlos".
"Cuando uno vende desde una posición de debilidad, como la del actual gobierno griego, posiblemente el ingreso que logre sea mucho más bajo que si los vendiera en situaciones de estabilidad. Además, el gobierno dejará de percibir ingresos futuros porque precisamente las empresas y activos que tendrá que poner en el mercado son los rentables", señaló.
"Un ajuste clásico"Steinberg destacó que "el FMI no está ahí porque le guste presionar, sino porque cuando nadie más quiere prestar es él quien tiene que hacerlo. Lo que le está diciendo a Grecia es que tiene que mejorar su situación fiscal porque sino va a tener un impago y los mercados le van a dar la espalda".
En su opinión, "en los años 90, las privatizaciones en América Latina fueron parte de un programa mucho más amplio y el FMI tal vez se extralimitó, hablando de cosas que no eran su cometido, pero en el caso de Grecia de lo que se trata es de un ajuste clásico de la balanza de pagos, mejora de la competitividad y reducción del déficit, que es estabilización macroeconómica".
"Cuando lo único que hay es esos activos para vender pues es lógico que lo recomienden. El problema de Grecia es que le piden que venda contra reloj todo lo que pueda. Es la velocidad, el tamaño y la sensación de que no hay ninguna alternativa".
"Posiblemente no quede otro remedio, pero hay que tener claro que no es la forma adecuada de hacer unas privatizaciones de esta escala", concluyó.
Pero como le dijo recientemente el primer ministro griego, George Papandreou, a los legisladores socialistas, "el año pasado nos salvaron pero seguimos en cuidado intensivo".
Las próximas semanas serán decisivas para saber si la economía griega se podrá recuperar a mediano plazo o si, como hacen algunos a punto de ahogarse, arrastrará consigo hacia el fondo a quienes dicen que están tratando de salvarla.
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